10 de agosto de 2007



Toda una temporada... H.Urruspuru

Toda una temporada bajo la ducha borrando el rastro de tus besos los días interminables el invierno, nosotros cazadores en penumbras. La sangre de lo asesinado la boca de humo los ojos cerrados soñando el vapor del agua caliente el calor/color de tu desnudo en el vidrio empañado que a todo lo lava el agua gran cobra de cristal que me envuelve, el agua. Por exceso de haberte amado, vos, mi esencia de hojas de menta, dejo correr gotas precipitadas hacia los mallines de la razón para hacer posible una tarde nueva en la memoria, nuevo parque nuevo portal al cielo de tus manos ciñendo (y empezar de nuevo).
Agua santa es la que necesito en este fin de la historia donde ya no hay infierno y sacarte el pulóver que comenzaba la tarde naranja la mirra encendida, el vino alemán, un crimen en las palabras. Preguntar por toda vos en mi libro inédito cuando estabas tan abrazada toda dispuesta al sacrificio del verbo en rojo, amor en giros concéntricos, cubierta de nubes aún está la habitación (y empezar de nuevo).

No ha habido luna mejor en la tierra. Desierto sin color que genera su propia existencia de flor aromática.
Un hombre y una mujer.
Gran cobra de cristal deslizándose.
Las páginas en blanco por desandar.

No ha habido luna mejor en la tierra, que vos...

4 de agosto de 2007

Molino: foto de Alejandro Segarra

De día no veo aves, el lienzo en el que pintabas” H.Urruspuru

De día, no veo aves, esto no me preocupa
las que veo bajo la luz de la luna
son mucho más amigas de mi corazón.

Un molino como tallado en la llanura misma
donde el rocío crea gemas
donde a las 3 de la madrugada
deposito en el aire una rosa negra
tributo a la luna en cuarto creciente
santa patrona de los solitarios.

El lienzo en el que pintabas.

Tu nombre de 6 letras
ahora es como agua sagrada,
y en esto tampoco hay conflicto
era tu ropa blanca y el viento la agitaba,
con esa imagen que me reservo, me basta.

Existen hoy, las horas rotantes de la noche
la cuenca del río Salado, que en las orillas
muta siempre en barcas.
Un sembradío como una nube de aerógrafo,
y con 2 trazos pequeños
sugerías al tractor y al arado.

La sinfonía de un campo de girasoles
en el nocturno,
era una ventana por la que se veía el mundo.

El lienzo en el que pintabas.

En la borra de café del que no duerme
el destino es como una piel delgada
una antigua ría del sur, de aguas veloces.
Miro hacia ese, nuestro lugar,
donde te llevaron, donde descansas
entonces.

Cerca del molino,
la distancia que mediaba
entre tu boca y mi boca
se volvía un nudo
que la desatara con un beso me pedías.

Aves que no son del día
en el trebolar
aves que no son del día.

A la derecha del hogar encendido
dentro del corazón en llamas del invierno
está el lienzo,
en el que pintabas.