11 de diciembre de 2017



Borda de Ambar mi Mente - H. Urruspuru


(... La mayor parte de su vida la pasó internado en el Borda, para hacer menos largas esas horas dentro, imagina a una compañera, y le da un nombre: “Ambar”. Ya enfermo y viejo, antes de morir, le habla de esta manera...)

Ambar. Corté un retazo de cielo,
             un retazo húmedo
             para mi frente ardida,
             y me invadieron las estrellas,
             se colgó mi risa de las Pléyades,
             se asomó mi silencio tímido al padre de los abismos.
             ¡Oh, este juego azul!

Ambar. Mi niña, niña intensa.
            Tengo las manos hacinadas de recuerdos.
             (Ya no los quiero.)
             Y la voz... quebrada entre las rejas.
             ¡Solo mis ojos te pronuncian!
...¿Ves? Agravia la retina tanta promiscuidad.
             Esa cercana tumba prístina.
             El acaecer de las plegarias matinales.
             220 sueños de sayal blanco.
             Los sibaritas de Edison.
             Sus rosarios, tendones contraídos.
             Esta ática procesión al monasterio
             de los gritos nocturnos.

             Nada es legal. Nunca lo fue.
             No es justo que las arpías
             sean aurigas en mi cuadriga funeraria.
             Solo hojas secas
                                          entrañablemente simples
                                          como el candor de un pesebre celeste
                                          en la villa de enero.
             Solo hojas secas
             y al viento por guía
             al sol por carroza
Ambar... la paz por corcel.

Mira.
           
Ya me han de circuir aquellos que exornaron mis paisajes.
      Sé. Sus semblantes tomarán tenencia de mi amor.
Así.       Irse como la tarde con el sosiego de los pájaros.
             Darse como las paredes altas a las sombras encaramadas.
             Inmiscuirse en aquellos misterios
             que anegaron de esperanza la soledad de siempre.


Ambar.  He aquí el legajo de mi testamento:
              Estos universos creados en la celda,
              te pertenecen.
              (Tendrás las horas).
              Los llantos, exoneraciones vanas, neblinas;
              tardíos viajeros de antiguas constelaciones otoñales.
                                        Los llantos... son tuyos.
                                        (Tendrás los días).
               El canto, anochecido ruiseñor, confinado de cielorraso;
               el verso, el ruego y el canto,
               mis pobres aves encadenadas
                                           tómalas... también tómalas.
                                           (Tendrás los años).
               Los pasillos, los muros, mi cama, la noche,
               la ventana leve y el frío,
                                                     posesiónate de ellos.
                                                     (Tendrás mi vida).

Ambar. Me muero.
                              Se esclarecen mis ilusiones.
                              Hoy las luces equidistan titilantes
                              del centro vital de una cala marchita.
         
            Me muero.

Ambar. Mi niña, niña intensa.
                                               ¿...Vendrás conmigo?
                        
                          No permitas que hospede al miedo.
                                           


                                               ¿...Vendrás conmigo?...

10 de diciembre de 2017


“Sin Título” (Vademécun Botánico) - H.Urruspuru

... ahora, que tu nombre se recluye en posición fetal dentro de la página perdida de un vademécun botánico sos: (tu recuerdo, tu voz) algo "todo verde" todo un río verde-nenúfar, y que para retenerlo en el dique roto de la memoria se deberá hacer un esfuerzo poderoso, una concentración extrema que flote como bajo siete moreras siete llaves y que recién ahora, recién ahora... den sombra.
Sombra (y que conste en el parte médico) que a esta altura de la respiración ya se ha ido el sol, y llueve. Han salido hongos comestibles que rodean mi triste silueta acostada así dibujada en sus contornos en blanco, márgenes de las hojas de un libro... y me morí.
Pero... ¡Llueve, Dios mío! Y ha ganado/conquistado la luna más roja toda mi cabeza que falleció en la operación. Que todavía entre pinzas está abierta al asombro, y te abracé fantasma a vos, mi Vademécun Botánico... (¿Qué era lo que querías hacer de éste jardín...? ¿Qué era? ¿Qué decías...?)
Y varias constelaciones pasan así sobre la noche del olvidado. De este a oeste sobre sus ojos secos, anestesiados, pasa el cielo terrible del conourbano y él, ya mira desprendido de todo ego ese carrousel. Las estrellas se reflejan en la verde línea de un monitor cardíaco que se echó recta; como a descansar por siempre en el gráfico de la pantalla.
Resumiendo: "Tu nombre", fue hablado por aquellos ojos marrones, abiertos, enhiestos; que a sus párpados ya no le pidieron un esfuerzo. Un último esfuerzo por cerrarse.

No. Ya nunca lo hicieron... se quedaron, como leyendo.